¿Alguna vez te has parado a pensar en la influencia que tiene un color en nuestra forma de sentirnos? Si estás leyendo este artículo posiblemente sea algo que te suena y que incluso tienes en cuenta a la hora de vestirte, arreglarte o maquillarte, o simplemente algo que ha despertado tu interés. Los colores son colores y tienen sus propias fórmulas para conseguirse: si mezclamos rojo y verde tenemos el amarillo; si mezclamos el rojo y el amarillo tendremos un naranja... y otras muchas fórmulas que todos hemos ido experimentando desde pequeños mezclando por ejemplo las pinturas acrílicas.
Esta fue la teoría que desarrolló Newton en el siglo XVIII planteando la teoría lumínica del color en la que el rojo, verde y azul son los colores de la luz y la mezcla de ellos da el resultado de otros tres -amarillo, cyan y magenta- siendo el blanco la suma de todos de ellos y el negro la ausencia. Así nacería el modelo de color conocido como RGB.
En cambio, de una forma más subjetiva, esos colores cuando los vemos tiene una especie de efecto sobre nosotros mismos, sobres nuestras emociones y nuestras percepciones. Eso se llama la psicología del color, una rama de la psicología quizá más desconocida, menos estudiada, pero que sienta las bases en otras disciplinas de hoy en día como es el marketing y la comunicación. Esa fue la teoría que desarrollaría posteriormente Goethe en su tratado 'Teoría del color' añadiendo también el factor de la percepción y el cerebro humano a la hora de interpretar esos colores.
Hay varios factores que nos hacen percibir el color de una forma u otra:
Ya con estos ejemplos hemos ido dando unas pinceladas sobre la propia psicología del color y lo que cada uno de ellos puede significa para nosotros y también para el resto de personas. Porque muchos pueden presumir de que no les gusta la moda, que no le dan importancia, pero su forma de vestir, los colores que eligen y cómo los combinan entre sí están lanzando un mensaje sobre ellos mismos incluso antes de que lo puedan hacer con sus palabras. Por ello, escoger un color de uña u otro para un momento determinado puede decir mucho más de nosotros de lo que nos pensamos o creemos cuando nos las estamos pintando.
La teoría más famosa y extendida ahora mismo es la de Eva Heller y su 'Psicología del color' en el que explica cada uno de los colores y las emciones que nos transmiten cada uno de ellos.
Según Heller, el color azul se asocia con la simpatía, la armonía y la fidelidad. Se considera frío por su ubicación dentro del círculo cromático, una consideración que tiene mucho de subjetiva ya que se asocian estas tonalidades con cosas que son frías realmente como el hielo, el agua, las climatológias más adversas... También está muy relacionado con las virtudes espirituales.
Hailey Bieber con uñas rojas | Foto: Instagram[/cimg]
El rojo es el color de las pasiones más extremas: del amor al odio. El color de la sangre, para la muerte y para el amor, los corazones bombeantes. También simboliza la alegría a la vez que el peligro -las señales de tráfico, un botón de emergencia-. Está dentro de los colores cálidos, el color del fuego, la arena del desierto.
El amarillo es otro de esos colores cálidos, el que se asocia por ejemplo con el Sol, que lo vemos amarillo cuando realmente es blanco. Simboliza el optimismo, la diversión, el entretenimiento; pero también los celos, la traición y como mencionabamos anteriormente, la mala suerte en las artes escénicas.
El color verde es el color que se asocia con la naturaleza y todo aquello que esta implica como la calma, la esperanza, una forma de vía comprometida con le medio ambiente, el respeto hacia la madre Tierra. Es también el color de lo sagrado, también del veneno.
El negro simboliza poder, acorde con esa elegancia. También de la negación porque es la ausencia de todos los colores. El color de la muerte.
En contraposición está el color blanco, la suma de todos los colores. La esperanza, la inocencia, la paz, el color del bien, del invierno y también del frío. La limpieza y la pulcritud.
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