El agua es la bebida más saludable, hidratante, económica y fácil de conseguir; tal vez no valoramos lo suficiente el privilegio de abrir un grifo y que salga de él agua potable, que podemos tomar los afortunados habitantes de países desarrollados. Pero no motiva a todo el mundo, y no siempre cumple los parámetros de transparencia, ausencia de color, olor y sabor de su forma pura. Además hay maneras muy sencillas de darle un punto sin añadirle azúcar en ninguna de sus chiquicientas formas, ni pasarse a las versiones industriales “con zumo de frutas” (“procedente de concentrado”).
El sistema es sencillo: lo dejas entre tres y seis horas en una jarra de agua en la nevera -yo tengo una de dos litros para esto, pero también sirve un bote con tapa- y después lo pasas por un colador fino de metal, una estameña o una bolsa para filtrar bebida vegetal (incluso un trozo de camisa o camiseta vieja de algodón que se lave solo con agua y detergente neutro).
Si tenías muchos restos, los has puesto todos y te queda muy fuerte de sabor, le pones más agua y listo. Mejor no pasarse del tiempo con cítricos como el limón para que no amarguen -ideal para poner el limón que hayas exprimido para aliñar la comida y beberte el agua a media tarde-, y el pepino no amarga pero transfiere rápido también el sabor, así que son perfectos compañeros de agua.
Perfecta para reutilizar algunos restos de la preparación del cebiche: pon en una jarra, táper o tarro con dos litros de agua la piel del jengibre, las limas exprimidas y entre cuatro y seis ramas de cilantro que te hayan sobrado. Lleva a la nevera y pruébalo pasadas tres horas, ya que son ingredientes muy aromáticos que se transfieren rápidamente al agua, y si está a tu gusto saca los sólidos y llévala de vuelta al frío. La puedes servir tal cual o con alguna rodaja de lima y jengibre.
Pon en una jarra, táper o tarro con dos litros de agua la piel de tres melocotones y unos ocho tallos de ramas de menta o hierbabuena previamente aplastadas o rotas con las manos. Lleva a la nevera y pruébalo pasadas cuatro o cinco horas: si ya está sabrosa, cuela con una estameña o paño y devuelve a la nevera (si no, espera una hora y prueba de nuevo). Puedes servirla tal cual o con unas hojitas de menta.
¿Te has hecho un té frío y has preparado una macedonia con fresas y zumo de limón para sobrevivir al calorazo? Aprovecha sus restos poniendo en una jarra, táper o tarro con dos litros de agua los rabitos y la parte que queda pegada a ellos de unas 16 fresas, un limón estrujado y los posos del té. Remueve un par de veces y pruébalo pasadas cuatro horas -habrá cogido un color ligeramente rojizo por las fresas-, y sigue el mismo proceso que en el caso anterior. Puedes servirlo tal cual o con unos trocitos de fresa.
El pepino y la manzana verde hacen un combo refrescante perfecto para ensaladas y sopas frías. Si lo has usado, pon en una jarra, táper o tarro con dos litros de agua sus pieles -mejor dos manzanas y un pepino, aunque uno y uno también estará bien- y unos cuatro tallos de ramas albahaca previamente aplastadas o rotas con las manos. Repite el mismo proceso que con el agua de leche de tigre. Puedes servir tal cual o con hojas de menta y/o unas rodajitas de pepino.
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